viernes, 28 de marzo de 2014

ABUELA YA

A sus ochenta y ocho años
ya no te conozco,
mi madre querida…
Sus pasos lentos,
casi encogida,
despierta unas veces,
otras dormida.

Me habla a veces:
“Te cuidado,
no corras,
no te caigas.
Ven, ven,
no te vayas”.

Se calla y piensa
que soy todavía
la niña pequeña
que ella cuidó.
Se calla otra vez,
se durmió…
El tiempo pasa,
el tiempo pasó.

¡Pobre madre mía!