(DEDICADO CON CARIÑO A ÁNGEL GAMERO JIMÉNEZ, EL NIÑO QUE YO MÁS QUIERO)
Miré la luna-moruna
con su carita redonda,
con su carita achatada
y veía cómo reía:
¡contenta estaba!
A los pocos días
la volví a mirar:
-"¡Oh, le falta un trocito!
¡parece un quesito!
¿quién la comerá?
Quizá un ratoncito
que hambre tendrá".
Pasaban las noches,
andaban los días
y la luna-juguete
...¡desaparecía!
-"¿Estará escondida?"
La luna muy fina,
(un hilo era la luna)
linda y picuda,
tiene menos brillo.
-"¿Qué le pasó?"
La apagó el lucerillo
que travieso la rondó.
Al siguiente día
la delgadez marchó.
Pero... ¡qué sorpresa!:
a la noche siguiente
la luna volvió.
Regordetá asomó
la luna-moruna
y con luz de plata
al mundo alumbró.