sábado, 21 de julio de 2012

ESE ÁRBOL

Ese árbol que jugueteaba
con sus ramas hacia el viento,
siempre queriendo coger
una nube con sus hojas
para adornarse su tronco:
miró hacia abajo un día
y vio una pequeñita planta
que a sus pies se posó:
-“¡Curioso!” – por más que miraba
la especie no conocía.
Todos los días aquella flor contemplaba
cómo, poco a poco, en su tronco joven
la flor se iba enredando,
hasta sus ramas llegó.
El árbol quedó prendado
de aquella bonita flor se enamoró
de tal forma que ni siquiera sintió
que la flor lo iba ahogando
de tanto amor que le dio.
La savia que por su tronco corría
aquel amor la secó.
Pero, como tantas veces,
si el amor es egoísta,
atrapa con tanta fuerza
que acaba por ahogar e hiere
a quien más amor le da
y más en el mundo le quiere,
y si el egoísmo acaba con la ilusión
como la mala hierba,
¡todo lo que toca muere!...